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GERMÁN BERNÁCER TORMO 

Francisco Guardiola

un hermano que nunca olvidaré.      

Impresiones sobre su carisma, mi amistad y vivencias con tan gran economista.

 

                                                                                                          Francisco Guardiola

 

Mi cuñado Bernácer era una persona entrañable. Para mí más que cuñado fue un hermano.

A Germán le debo mis conocimientos del idioma francés y gracias a él comprendí las matemáticas. Yo tenía nueve años y con la preparación que me facilitó durante las vacaciones veraniegas aprobé con soltura el ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza.

Me enseñó a jugar al ajedrez con mis sobrinos, sus hijos, -que son aproximadamente de mi edad- y compartía con ellos las clases que nos daba durante el verano.

A mí me consideraba como un hijo más; yo, familiarmente, le llamaba Germán. Mi hermana Maruja, su  esposa, nos quería a sus hijos y a mí con el mismo cariño y solicitud.

Mis sobrinos por parte de Bernácer son: Germán, Ramón, Eda y Ana. Sin duda éramos una familia hermanada. Muchas veces desayunábamos y almorzábamos juntos en casa de Bernácer, pues éramos vecinos de chalet en la playa de San Juan, y participábamos en los juegos infantiles y aficiones.

El carácter de nuestro economista era amable, paternal; tenía una amabilidad y paciencia digna del santo Job. Mi cariño por él y por mi hermana Maruja, que también era mi madrina, (mi padrino era Juan Vidal) era igualmente entrañable.

Germán era gran amigo de Eduardo Irles, de Gabriel Miró, de Oscar Esplá, de José Guardiola Ortiz (mi padre), del arquitecto Juan Vidal, de Emilio Varela, del escultor Bañuls, del pintor Parrilla y de multitud de alicantinos notables que me cuesta recordar, aunque con todos ellos, siendo niño, almorzaba en casa de mis padres muchas veces. Gracias a Bernácer y a mi hermana Maruja conocí la obra de grandes compositores de música clásica: Beethoven, Mozart, Debussy, Oscar Esplá, Rimski Korsakov y tantos otros, españoles y extranjeros, pues en su casa casi siempre se escuchaban de fondo melodías de estos geniales artistas.

Mi cuñado Germán fue un economista inconmensurable. Recuerdo que me decía, y yo escuchaba siendo niño, aquello de que un dinero metido en una caja fuerte no crea riqueza…

Hoy la riqueza de un país no se valora por las reservas en oro; sólo influye el trabajo, la buena salud económica del territorio, su riqueza en carburantes, agricultura y minerales, y otros factores en ocasiones políticos. Así lo entendí hablando con Bernácer.

 Mundialmente conocido, su modestia es sobradamente conocida. Su personalidad es única. Fue catedrático y Director de la Escuela Superior de Comercio de Alicante, en donde yo aprobé mis estudios de titular mercantil. Posteriormente fue designado jefe del Servicio de Estudios del Banco de España y miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas.

Son conocidas más de 70 obras de nuestro escritor, pero existen más, desconocidas por el gran público; escribió en español, italiano, alemán, inglés y francés, pues era docto en tales lenguas.

Nació en Alicante en 1883 y falleció el 22 de mayo de 1965 en la playa de San Juan de Alicante. Lo cubrió la tierra en el cementerio de San Juan de Alicante.

En la Universidad de Alicante tiene abierto un singular despacho en el que existen muchas obras del finado y cartas de mucho valor. Fue un gran humanista interesado por los problemas sociales y un hombre sencillo, del pueblo. De los 82 años que permaneció entre nosotros quedan recuerdos imborrables. Fue un ejemplo de estudio y trabajo para todos.

Escribo estas líneas como una plegaria por su alma, que fue noble y buena ante Dios y ante los hombres.

 

 

 

Germán Bernácer

 

Ilustración del autor del artículo

 

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