Índice de Documentos > Boletines > Boletín Mayo 2008
 

QUIERES PARECER IMPORTANTE


Matías Mengual 


     Y no me digas que no, porque posiblemente no te has dado cuenta de ello todavía. El deseo de parecer importante lo habremos sentido todos muchas veces inconscientemente. Por ejemplo, ¿no experimentas satisfacción al comprobar que la noticia que vas a dar no la conoce el otro? Sin embargo, no reparas en que te sientes satisfecho porque durante un breve momento tú sabes más que el otro. El ego no es malo; solo es un pensamiento inconsciente. Cuando lo observas, cuando te das cuenta de lo que es, te entra la risa.

 

     Si me hubiesen dicho a mí tiempo atrás y de improviso “quieres parecer importante”, tampoco habría reaccionado con acierto; pero, me lo dicen ahora, y lo primero que procuraría es sonreír, evitaría las respuestas mecánicas sobreaprendidas del ego, y, por parecerme admirable, contestaría bromeando ¿En qué se me nota? Porque admirable y meritorio es responder sin hipocresías y, además, decir la verdad sin sonrojo. La sonrisa en los labios acentúa la categoría inteligente de toda reacción acertada. Es lo que me agradaría.

 

     Me agradaría, porque cuidar la elocuencia de esa sonrisa tiene sus consecuencias reconfortantes: una, hacia fuera, buscando evidenciar el dominio que ejerce una persona consciente de sus pensamientos y, otra, hacia dentro, por la satisfacción sentida al descubrir que había disminuido un poco más el poder del yo. A esto, según Eckhart Tolle, se refería Jesús cuando decía “Niégate a ti mismo” o “Pon la otra mejilla”. Una interpretación del Evangelio, ésta de Tolle, que ha despejado las dudas que tenía un servidor sobre la recomendación de Jesucristo: “No resistir al que es malo; antes bien, si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, preséntale también la otra”.

 

     En “Un nuevo mundo, ahora”, último libro de Tolle, leí: Una práctica espiritual muy potente consiste en permitir la disminución del ego cuando se produce, sin intentar restaurarlo. Recomiendo experimentarlo de vez en cuando. Por ejemplo, cuando alguien te critica, te echa la culpa de algo o te insulta, en lugar de contraatacar inmediatamente o defenderte, no hagas nada. Deja que la imagen del yo se mantenga disminuida y ponte alerta a lo que ocurre muy dentro de ti.

 

     Quise hacerme eco de tal recomendación, y decidí el planteamiento inicial de este artículo. Necesitaba dar con una de esas faenitas que el ego realiza a diario. Y di con el título. ¡Me ofrecía tantas oportunidades! Porque ¿cuántas veces has dado tu opinión cuando nadie te la pedía o has intentado impresionar a otros con tus posesiones, conocimientos, belleza, posición social, fuerza física, etc.? No lo sabes. Y sin embargo, los intentos de parecer importante los has notado en los demás claramente. Aún recuerdas que aguantaste a un buen amigo que te hablaba de su enfermedad, o que te hizo una escena por un quítame allá esas pajas; le viste reaccionar con furia contra algo o alguien, o empeñado en tener razón, o tomarse las cosas como algo personal o sentirse ofendido… Concédeme pues, que en este aspecto, todos nos hemos pasado de la raya alguna vez, inconscientemente si así lo prefieres. No obstante, cuando una de estas pautas de comportamiento de otros nos molesta, cuán difícil nos resulta admitir que padecemos el mismo defecto.

.....

     Así que oportunidades de experimentar lo que sientes negándote a ti mismo, que no es otra cosa que reconocer que eres menos de lo que, hasta ahora, te ha inculcado el ego, no te faltarán. Conformarse con no destacar es sintonizar con el poder del universo.

Volver