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Mª Teresa Ibañez Benavente

QUISIERA SABER...

(por Mª Teresa Ibáñez Benavente)


     He pasado la noche dando vueltas en la cama, creo que me despertó un pájaro que cantaba en un ciprés que hay cerca de mi ventana, o quizás le oí cantar porque ya estaba desvelada; ¿qué pájaro sería? Sé que los ruiseñores cantan de noche, pero no, no era el canto de un ruiseñor. Puede que fuera un mirlo. A veces los veo corretear por el césped con su pico y sus patas de color naranja y su plumaje negro como el azabache, pero ¿cantan de noche los mirlos? Tampoco lo sé. Cuántas cosas ignoro, unas porque las he olvidado y otras porque nunca las he sabido.

     Si supiera informática… pero eso para mí es un mundo desconocido y extraño. El móvil apenas lo uso y siempre lo compro de los más sencillos. Toda esta tecnología moderna me supera. A veces me siento como una analfabeta inferior a los demás y fuera de mi tiempo. Debería intentar aprender.

     Admiro a esas personas mayores que después de jubilarse aprenden a hacer muchas cosas, como a mi amiga Luci, que sabe navegar por internet, hace taichi y unas labores preciosas de “petit point”. También admiro la facilidad con que manejan todos esos aparatos los niños. Parece que ya nacen con ciertas facultades que nosotros no teníamos porque no nos hacían falta. Quizás es que la humanidad vaya mutando como la gripe para adaptarse a los tiempos que le toca vivir.

     Internet me parece un invento prodigioso, casi como un milagro. Antes se decía “todo está en los libros” y ahora todo y mucho más está en Internet. Me asombra cómo, sin moverse de casa, mis sobrinos pueden contratar una casa rural en la Toscana o en Normandía, y cómo en el aeropuerto de Florencia o París ya les espera el coche que han alquilado.

     Mi madre decía que todos deberíamos saber nadar y conducir; ahora añadiría… y manejar Internet.

     Pero no siempre lo que se dice en este medio es verdad, pues yo pedí que me sacaran los versos del “Conde Sisebuto” y lo que salió fue algo parecido, pero no los originales. Lo que sí supe es que no son de Muñoz Seca como cree la gente, por ser del mismo estilo que “La venganza de don Mendo”, sino de otro autor del que ya no recuerdo el nombre.

     Lo que creo que no haré nunca es leer un libro por Internet o por ese aparato que ha salido ahora que no abulta nada y puede tener un montón de libros dentro. Es muy agradable ir a comprar libros para uno mismo o para los demás, recibirlos de regalo con una bonita o cariñosa dedicatoria, sentarse cómodamente en el lugar favorito, ir pasando las páginas y poner un separador para seguir en otro momento y notar ese leve olor que a veces desprenden. Por eso creo que nunca dejarán de leerse. Cuando nació la televisión se pensó que se terminaría la radio y no ha sido así. Por eso me parece que tampoco se terminará la tradicional forma de leer.

     Internet es fabuloso, ayuda a comunicarse, informa de cualquier cosa y todo lo facilita pero, como todas las cosas importantes, tiene su cara oscura y mal utilizado puede hacer mucho daño.

     Veremos si me decido y aprendo alguna vez. Espero que el pájaro que canta cerca de mi habitación esta noche me deje dormir.

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